Aproximación a sus orígenes

 

La Fiesta de Verdiales es una manifestación viva de música, voz y baile popular anclada en las más ancestrales raíces de la cultura mediterránea y por consiguiente, europea.

 

Participa de arcaicos rituales como la celebración del solsticio de invierno que emana de cultos dionisíacos y saturnalicios de la época clásica. Esto, se refleja en la costumbre de recorrer, siguiendo un itinerario prefijado, haciendo cuestación, en los últimos días de diciembre. Es cuando las pandas de “tontos” salen de pascuas o de rifa. En esos días lucen los típicos y llamativos sombreros de lazos, flores y espejos, vinculados a las antiguas fiestas de locos que se prodigaron en las catedrales de toda Europa, durante la Edad Media, hasta su prohibición.

La enorme riqueza de esta expresión folklórica procedente de remotas épocas y al mismo tiempo, viva y actual, ya que no ha perdido aún su diversidad melismática e instrumental, la convierten en una de las más antiguas, atractivas y mejor conservadas de cuantas se pueden admirar en España y en Europa.

Una panda la componen el alcalde, que es la autoridad comúnmente admitida por el grupo y para ello ostenta una vara de mando adornada con lazos con la que dirige sus evoluciones; junto a él, marcha el abanderado quien porta y baila una bandera en la que figura la imagen de la Virgen patrona de su lugar de origen, como símbolo de identidad; dos o tres parejas de baile adornan la fiesta con sus mudanzas y el conjunto instrumental consta de un violín director, que en tiempos pasados pudo ser un rabel; tres o cuatro guitarras que le acompañan con su rasgueo; y la arcaica percusión de los platillos, de los que se conocen ejemplares del 2.300 a.C., correspondientes a la cultura hitita; y el pandero; instrumento conocido desde la antigüedad.

Los verdiales comparten características con otras danzas europeas, tanto clásicas como actuales. De hecho, existe un mosaico hallado en las ruinas de Pompeya, actualmente en el Museo Arqueológico de Nápoles, realizado por Dioscórides de Samos del siglo I a.C. En él, aparecen un músico tocando un aulos o flauta doble, propia de cultos mistéricos y la percusión consistente en unos platillos de tamaño y forma exactamente idénticos a los actuales de las pandas y un gran pandero adornado con lazos. Los músicos de la “Scena con suonatori ambulanti” lucen en la cabeza adornos que recuerdan los sombreros de lazos y flores. La relación de ese mosaico con las pandas de verdiales resulta evidente en muchos de sus elementos.

Asimismo, se conocen casos, en la actualidad, de fiestas similares en Chipre o Líbano. Sin duda, una investigación a fondo revelaría casos sorprendentes.

En definitiva, se puede considerar la fiesta de verdiales como una reliquia viva del más remoto folclore europeo centrado en el Mediterráneo, una joya que en en Málaga se ha sabido conservar y mantener de padres a hijos de un modo casi milagroso para orgullo y satisfacción de los que los realizan, viven y sienten y de quienes tienen la fortuna de contemplarlos hoy día.

Ello obliga, con un especial esmero y dedicación, a su conservación, mantenimiento y difusión en todas sus facetas y riqueza y sería conveniente la divulgación y el estudio comparativo con otras expresiones de música popular de raíz, de grupos para el ritual festivo, presentes aún en Europa y el Mediterráneo, no sólo desde el punto de vista del turismo cultural, tan en boga en nuestros tiempos, que también, sino para un mejor conocimiento de los fundamentos más profundos de la cultura popular europea.

Por eso, cualquier actuación, del tipo que sea, que se lleve a buen término para la promoción de la fiesta de verdiales constituirá un largo paso hacia su permanencia por los siglos de los siglos, como así parece haber sucedido hasta ahora y, sin duda, es clara responsabilidad de fiesteros e instituciones el hacerlo posible.